Low Riders -- A Contemporary Folk Art Form/Una Forma Contemporánea de Arte Folklórico

Low rider cars have been a part of the American Southwestern cultural scene for several decades now. They are late model (or just postwar) automobiles that have been specially lowered, usually with hydraulic lifts at each wheel so that any corner of the car may be raised and lowered at will. They are then given customized paint jobs and frequently redecorated in their interiors to achieve a high degree of luxury. Metal flake paint, murals and etched windows, swivel seats, deep pile upholstery and tiny steering wheels made of chrome chain links are all common features of low riders.

PELON #1 classic low rider, photographed near San Xavier Mission in March, 1984.  When classic cars are turned into low riders, they usually are not seriously modified inside or out.  [image courtesy of James S. Griffith]
PELON #1 classic low rider, photographed near San Xavier Mission in March, 1984. 
When classic cars are turned into low riders, they usually are not seriously modified inside or out. 
[image courtesy of James S. Griffith]
Steering wheel made of chrome chain links. A fairly plain interior with a complex chain-link steering wheel, this low rider was photographed at the Tucson Meet Yourself folklife festival in October, 1990 [image courtesy of James S. Griffith]
Steering wheel made of chrome chain links. A fairly plain interior with a complex chain-link steering wheel, this low rider was photographed at the Tucson Meet Yourself folklife festival in October, 1990
[image courtesy of James S. Griffith]

Although low riders are most commonly associated with Chicanos, members of other cultures own, design, and build low riders. In fact, one of the early prime movers of low riding in Tucson was an African American who goes by the nickname of "Big O." Low rider owners often form clubs for mutual assistance and encouragement, and for social activities. These clubs quite often try to raise the status of low riding in the public eye by engaging in community-oriented charitable activities. One club, for instance, was active in anti-drug education; another offered its classic cars for the cost of cleaning and gasoline for the use of wedding processions.

For it must be recognized that low riding in general has received a bad press from the mainstream culture of the Southwest. Whether this is caused by the inconvenience and frustration experienced by motorists when stuck behind a low rider cruising one of the main streets at five miles an hour, or whether it stems from a generalized distrust and fear of Chicano youth, or from other roots altogether, I do not know. The fact remains that local newspapers have been known to equate "low rider" with "youth gang," and that in some communities in California the cars are illegal (supposedly because of safety reasons). The most telling point is that in the Southwest in general, an area that thrives on marketing every possible kind of art, especially art produced by ethnic minorities, there have been no art books and almost no magazine articles produced which deal with these colorful and truly elegant forms of traditional art.

For traditional they are. A good case can be made for low riders, and especially low riders as displayed in car shows, are assembled and organized according to the same set of aesthetic principles as the great baroque churches of 18th Century Mexico. Even the often-complained-about teenage custom of "cruising" has its very old-fashioned parallel in the plazas of Mexico on a Saturday evening, where young men and women, dressed in their best, promenade slowly in opposite directions, establishing eye contact but not speaking to each other.

"Low and slow, mean and clean," is the low rider aesthetic as stated from inside the culture.

 

View video clips of low rider cars and hear participants discuss their involvement in the Tucson community.

Low rider pickup tilted for display, la Fiesta del Presidio, April, 1990 [image courtesy of James S. Griffith]
Low rider pickup tilted for display, la Fiesta del Presidio, April, 1990
[image courtesy of James S. Griffith]

Los carros lowriders ya han sido una parte de la escena cultural del suroeste americano por algunas décadas. Son automóviles antiguos (o justos de la posguerra) que han sido especialmente bajados, generalmente con un sistema hidráulico en cada rueda para que se pueda levantar cualquier rincón fácilmente. Entonces se pintan según los requerimientas del cliente y se decoran frecuentemente los interiores para lograr un alto nivel de lujo. La pintura metálica, las ventanas con grabados o murales, las sillas giratorias, el tapizado grueso y los volantes pequeños hechos de cadenas cromadas son características comunes de lowriders.

PELON #1 lowrider clásico, fotografeado cerca de la Misión de San Xavier en marzo, 1984. Cuando los carros clásicos se convierten en lowriders, generalmente no se modifica el interio ni el exterior.  [imagen por cortesía de James S. Griffith]
PELON #1 lowrider clásico, fotografeado cerca de la Misión de San Xavier en marzo, 1984. Cuando los carros clásicos se convierten en lowriders, generalmente no se modifica el interio ni el exterior. 
[imagen por cortesía de James S. Griffith]
Volante hecho de cadenas cromadas. Interior bastante común con un volante complejo de cadenas cromadas, este lowrider fue fotografiado en el festival folklórico Tucson Meet Yourself en octubre, 1990. [imagen por cortesía de James S. Griffith]
Volante hecho de cadenas cromadas. Interior bastante común con un volante complejo de cadenas cromadas, este lowrider fue fotografiado en el festival folklórico Tucson Meet Yourself en octubre, 1990.
[imagen por cortesía de James S. Griffith]

Aunque más comúnmente se asocian los lowriders con chicanos, los miembros de otras culturas tienen, diseñan y construyen lowriders. De hecho, uno de los primeros vendedores principales en Tucson era un hombre afroamericano que se llamaba "Big O." Los dueños de los lowriders a menudo forman asociaciones para ayudarse y darse asistencia y ánimo mutuamente, y para actividades sociales. Estas asociaciones siempre intentan mejorar el estatus social por medio de actividades benéficas en la comunidad. Un club, por ejemplo, era activo en la educación en contra de las drogas; otro ofrecía sus carros clásicos al precio de la limpieza y de la gasolina para su uso en las procesiones de bodas.

Se debería reconocer que los lowriders en general han recibido una mala reputación de la cultura mayoritaria del suroeste. No sé si sea debido a la inconveniencia y frustración experimentadas por los automovilistas cuando tienen que manejar atrás de un carro lowrider manejando muy lentamente en una de las calles principales, o si venga de una desconfianza y miedo generalizado de los jóvenes chicanos, o si tenga que ver con otros raíces. La realidad es que los periódicos locales suelen equiparar "lowrider" con "pandilla" y que en algunas comunidades en California los carros son ilegales (supuestamente por la seguridad.) El punto más revelador es que en el suroeste en general, una región que prospera en el marketing de cada tipo posible de arte, especialmente el arte producido por la minoría étnica, no ha habido ningunos libros de arte y casi ningunos artículos de revistas producidos que traten de estas formas de arte tradicional llenas de color y realmente elegantes.

Sí que son tradicionales. Se puede exponer los argumentos a favor de lowriders, y especialmente lowriders demostrados en las exposiciones de carros. Son construidos y organizados según la guía de principios estéticos igual a los de las gran iglesias barrocas del siglo XVIII en México. Aún la costumbre de los adolescentes, de la cual los adultos se quejan mucho, tiene su paralelismo muy antiguo en las plazas de México los s ábados por la noche, donde los hombres y mujeres jóvenes, vestidos elegantemente, pasean lentamente en direcciones opuestas, mirándose a los ojos pero sin hablarse.

"Bajo y lento, mal y limpio," es la estética del lowrider como sedeclara dentro de la cultura.

 

Ver videos cortos de lowriders y oír a participantes discutiendo su participaciín en la comunidad de Tucson.

Camioneta lowrider inclinada para la exposición, la Fiesta del Presidio, abril, 1990 [imagen por cortesía de James S. Griffith]
Camioneta lowrider inclinada para la exposición, la Fiesta del Presidio, abril, 1990
[imagen por cortesía de James S. Griffith]